Se conoce como ciberactivismo al conjunto de técnicas y tecnologías de la comunicación asociadas a las acciones colectivas.
A través de él se han conseguido llevar a cabo grandes movimientos de protesta. Los llamamientos a la movilización se vuelven mucho más sencillos gracias a estas nuevas herramientas. Muchas veces son espontaneas pero, sin duda, serían imposibles sin la ayuda de la rapidez y conectividad que estos medios nos aportan.
El periodismo tradicional se siente en “la cuerda floja”. El deseo de inmediatez es el protagonista de las exigencias comunicativas. Todas las plataformas de participación ciudadana cuentan con ella, mientras que los medios tradicionales parecen estancados en un formato que ya no convence. Los hábitos han cambiado y parece que no les queda otra alternativa: “renovarse o morir”.
Más de uno afirma que el oficio del periodista peligra. Su amenaza no es otra que el conjunto de ciudadanos. Todos tienen en sus manos el poder de comunicar, de participar en una Red que cada día ofrece más posibilidades.
Por suerte el periodista no deja de ser un profesional. Posee la virtud de saber elaborar la información, seleccionarla y trabajar con ella con una cierta habilidad. Quizás la solución resida en plantear una reinvención de los medios convencionales aprovechando la evidente ayuda que pueden suponer los ciudadanos.
A través de él se han conseguido llevar a cabo grandes movimientos de protesta. Los llamamientos a la movilización se vuelven mucho más sencillos gracias a estas nuevas herramientas. Muchas veces son espontaneas pero, sin duda, serían imposibles sin la ayuda de la rapidez y conectividad que estos medios nos aportan.
El periodismo tradicional se siente en “la cuerda floja”. El deseo de inmediatez es el protagonista de las exigencias comunicativas. Todas las plataformas de participación ciudadana cuentan con ella, mientras que los medios tradicionales parecen estancados en un formato que ya no convence. Los hábitos han cambiado y parece que no les queda otra alternativa: “renovarse o morir”.
Más de uno afirma que el oficio del periodista peligra. Su amenaza no es otra que el conjunto de ciudadanos. Todos tienen en sus manos el poder de comunicar, de participar en una Red que cada día ofrece más posibilidades.
Por suerte el periodista no deja de ser un profesional. Posee la virtud de saber elaborar la información, seleccionarla y trabajar con ella con una cierta habilidad. Quizás la solución resida en plantear una reinvención de los medios convencionales aprovechando la evidente ayuda que pueden suponer los ciudadanos.
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